La
mayoría de los seres humanos, en algún momento de la vida nos preguntamos,
quienes somos, de dónde venimos y que hacemos en este lugar, sin encontrar una
respuesta clara a esto, solamente recordamos que a la edad de 2 o 3 años nos
damos cuenta que tenemos una mamá, un papá, hermanos o cualquier persona a
nuestro alrededor que nos cuidan. Vivimos los primeros años de vida de acuerdo a lo que sentimos, a medida que va transcurriendo nuestra vida, aprendemos a comportarnos como
esas personas piensan que debemos comportarnos, permitimos que guíen nuestra
vida, muchas veces sin tomar en cuenta
lo que realmente queremos y sentimos, siguiendo un patrón impuesto por los
demás, así llegamos a la adolescencia, etapa de nuestra vida en la cual
comienza una serie de cambios tanto físicos, emocionales y mentales y definimos
la personalidad.
En esta etapa, muchas veces los adultos no nos escuchan y
comienza la rebeldía, pero no los podemos culpar, porque ellos traen ese mismo patrón desde su infancia.
No nos enseñan, desde la niñez, que
tenemos que respetarnos primero a nosotros mismos, para poder respetar a los
demás, ese respeto, es el Respeto Interior del Ser, que si lo hacemos
consciente nos ayuda a descubrir muchas cosas en la vida, a comprendernos y
comprender a los demás, sin criticar ni juzgar, aceptándolos tal como son,
respetando esa individualidad del ser
humano y aprendiendo de cada uno de ellos. Si no descubrimos ( en cualquiera de
las etapas) quienes somos, que queremos y debemos hacer por nosotros y los demás, seguiremos como adultos y hasta
la vejez con esas mismas interrogantes e incluso, nos daremos cuenta qué hicimos y dejamos de hacer,
culpando a los demás por nuestras
decepciones, sin reflexionar, que somos los únicos responsables de nuestra vida.
Si reflexionamos y nos auto observamos, podemos vivir plenamente, es el momento de tomar consciencia de ello.
Sileny 2003